Dialogando sobre Diseño (2002)
"Sólo nos pagan por conversar", "nuestra identidad y nuestro futuro se construye sobre conversaciones"... así decía el gurú Flores en aquellos años de capitalismo pujante pre 11092001, no voy a discutir la validez de aquellas sentencias que sin duda permanecen, pero si debo acotar su aplicabilidad y disminuir su cuota de ambición.
Creo que las circunstancias mundiales nos han hecho de una u otra forma converger hacia los fenómenos globales, mostrándonos sin contrapeso que la desmesura irracional del poder nos deja fuera de juego por más ontólogos que seamos.
Todas las cuentas pendientes quedan a merced de un futuro que nadie ahora se atreve a vaticinar, no hay Alvin Toffler que valga ni Negroponte tecno-optimista que de un modo creíble se internen en nuestra deshabitada imaginación tercermundista desplazada por los intereses inmediatos del norte y sus conflagraciones.
Entonces hablando y conversando el diseño llega hasta dónde puede llegar y su trascendencia se supedita obedientemente a las circunstancias en curso. No sabemos qué vendrá después, excepto quizás que el descrédito del mundo, y su maquinaria vigente, va en un carril de no retorno el cual debemos descifrar desde ya.
Aprender tal vez que los lugares comunes suelen ser el pasto de las desilusiones del futuro, que cuando los lugares comunes pasan a ocupar el lugar de las acciones dictadas por el sentido común (acaso tal cosa exista en realidad) suele haber un divorcio sospechoso del "decir" y el "hacer".
Por ejemplo no podemos recaer en el discurso a medida de todo el mundo como lenguaje eficiente, las generalidades del discurso político no han hecho más que desencantar y mentir, dando paso a promesas de corto plazo para el gusto popular, olvidando las tareas que si requieren compromisos patentes y verificables.
¿Que tiene esto que ver con el Diseño, con la comunicación visual?
Tiene que ver en la medida que los medios publicitarios van entrando en una crisis silenciosa, en un descrédito frente al cual cada objeto que diseñamos, cada mensaje que modelamos compite incesantemente con el escepticismo que se instala casi automáticamente con su irradiación mediática, y si esto fuera poco -y si somos un poquito más autocríticos-, pensemos que si vamos a construir nuestras identidades y nuestro futuro en el diálogo entonces debemos considerar como variables de peso la verdad y la sinceridad acerca de lo que comunicamos, sin enamorarnos obsesivamente sólo de la forma de dorar la píldora que es lo que parece haber hecho la publicidad sin medirse ni reflexionar, quemando en el camino todas las articulaciones fértiles, si no más bien incidir con conocimiento y honestidad en los mensajes que organizamos, en la creación de contenidos que se significan en nuestro hacer la disciplina del Diseño.
Obviamente esto no siempre será posible, el sólo llevarlo a la práctica en ocasiones puede equipararse a un suicidio comercial, pues al fin y al cabo solemos actuar como maquilladores de la comunicación y nuestra disciplina ha caído en cierto descrédito derivada de esa condición (prostética a los objetos y mensajes), más aun cuando la demanda del mercado nos ha obligado a desembarazarnos de todo análisis y reflexión con el fin de ser técnicamente eficaces por sobre toda consideración diferente.
Quizás es un despropósito hablar de verdad, honestidad y sinceridad en una vertiente de la comercialización donde los atributos superficiales suelen ser más importantes que los fines últimos de los mensajes, que a menudo se ocultan o se sobreentienden, como -por ejemplo- ocurre con el sistema financiero y sus mecanismos crediticios, que involucran muchos pros y contras, pero que al estar validados por el mercado y los usos no necesitan mayor explicación de sus mecanismos últimos donde subyacen riesgos, castigos, usuras "razonables" y una ilusión de (¿falsa?) seguridad a corto plazo.
Dadas las condiciones presentes ir contra la tendencia del mercado, contra el dejar hacer y dejar pasar ya clásico es una soberana idiotez, una idiotez que quizás en otros momentos más favorables juegue a favor nuestro.
Sin embargo estas conversaciones pendientes desde el diseño que buscan abrirse transversalmente hacia otras disciplinas pretenden, quizás, con una humilde ambición, hacer una plataforma "desde adentro", intentando socavar la docil aceptación de lo que hay y lo que nos tocó para construir en el diálogo un cuerpo de opinión para el Diseño.
II
Enfocarse en un hacer-pensar el diseño me parece una tarea pendiente desde hace mucho. Dada las variables humanistas con que hemos decidido indagar la realidad para establecer hipótesis razonables acerca de ella, dado el concubinato forzado y decidido de nuestro quehacer con la teleología del marketing, la publicidad y los modelos económicos en uso, no queda otra cosa que plantearse una mirada ecléctica, una sensibilidad abierta a variadas categorizaciones con el fin de hacerlas partes de un bagaje instrumental.
En alguna parte de este proceso quizás debamos hacernos de una ontología general para entender el terreno particular de los fenómenos de la comunicación visual, es decir formular una hipótesis del ser en todo contexto y desde ahí direccionar nuestro quehacer según el otro, según requiera el ámbito en el cual debamos actuar de intérpretes o traductores.
Esto quiere decir que una vez identificado el emisor y sus necesidades, el emisor y su narrativa personal en el tejido contextual de sus aspiraciones, deseos y promesas, debemos estar mínimamente en capacidad de apropiarnos de su visión interna con sus proyecciones y entregárselas reestructuradas o desestructuradas (según sintonicemos con las propias proyecciones de nuestras contrapartes).
Pero para que esto se haga efectivamente, transparentemente, debemos internalizar lo que subyace a los metalenguajes en uso.
Es decir sencillamente que el uso de un lenguaje especializado, comprensible y apropiado para hacer nuestras las narrativas a comunicar de nuestros emisores-clientes, pasa por profundizar en los "porqués", en los "cuando y quienes" antes que en el "cómo", que debiera ser el resultado natural de empatizar con el otro en múltiples niveles y traducir sus quehaceres y preocupaciones en interfaces simbólicas.
En última instancia esto requiere una capacidad de estirar como una ameba los pseudópodos en todas las direcciones posibles de nuestra sensibilidad (Cortázar dixit). Lo cual implica ampliar nuestros intereses y nuestra curiosidad a todo dominio de interés de la vida social. Sólo de este modo podemos realizar una actividad significativa para nuestros clientes y nuestra disciplina, independiente de los lenguajes y las tendencias que son flexibles y están en continua mutación.
Además que una actividad que esté enfocada a indagar al otro en tanto fenómeno social ofrece un cuerpo de conocimientos infinitamente más sensible a una epistemología -una filosofía de su quehacer que de cuenta de estos procesos reinterpretativos- que un hacer a ciegas o seducido por la materialidad de la forma antes que por los contenidos esenciales de cada emisor, cualesquiera que este sea.
Bienvenidas sean las disciplinas, las temáticas y las aficiones, tenemos mucho que aprender aun y lo que sabemos aun no alcanza para diseñar el mapa de este mundo que nos ha tocado en virtud vivir.
(textos de un diálogo académico profesional de 2002)
Etiquetas: Retrospectivas
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