Intuitivo, aleatorio y creativo ¿sistematizable?
Casi reflexión de café...
Una frase de mi amigo Luis Ahumada me quedó dando vueltas, así que la parafraseo para quienes caen en estas casillas:
"el problema de apostar por la genialidad es que es un bien escaso". No cuesta estar de acuerdo con esta declaración, Einstein o Picasso, Charlie Parker o Mozart, Morris o Starck o Lennon y McCartney son nombres que se nombran admirativamente y normalmente se enumeran con los dedos de pies y manos, no con planillas excel. Sin relación con aquella pero lejanamente corroborativa recordé una de Borges que decía algo así como que a cualquiera (o a todos) nos era dada la suerte de "una o dos veces en la vida" alcanzar lo genial.
Lo que me quedó dando vueltas es que si bien lo genial suele ser excepcional, no sistemático ni mucho menos predecible, goza de prestigio social y provoca aspiraciones y admiraciones indudables. Esta aceptación colectiva de lo genial, en el mundo de los diseñadores, quizás nos ha hecho más daño que beneficio.
Quizás porque en ausencia de una metodología convincente, transversal y abarcadora apostar por el gesto, por la huella personal y confiar en la intuición resulta más cómodo y se ajusta mejor a la aspiración artística de muchos de nosotros.
Una pregunta que ha inquietado a muchos expertos en educación, management e innovación es si acaso es posible provocar, estimular o proyectar la genialidad. Pues de conseguirse, de existir el secreto núcleo para ello, sólo bastaría perseguir las condiciones, los ingredientes necesarios y los actores apropiados para conseguir una ventaja competitiva, o si se quiere, las ideas y acciones necesarias para tomar las decisiones de diseño necesarias para el “éxito”.
Podemos decir sin temor a equivocarnos que lo genial, al seguir siendo excepcional, aun se nos escapa de las manos y que el riesgo de apostar a ella sin contrapeso, puede convertirse en nuestro lastre.
Solamente pensemos en la cantidad de veces que confiados en nuestra apuesta, en nuestro olfato, nuestros diseños fueron metamorfoseados, frankensteineados o ramplonamente rechazados contra nuestras previsiones y expectativas.
Esta dimensión que tiene que ver con el modo en que hacemos nuestros diseños, confiados en la musa, el genio, la intuición pura me parece que requiere de unas acciones previas, de un método creativo que no puede ignorar que finalmente el diseño es un diálogo, un “multílogo” en que tallamos muchos implicados, no tan sólo el gesto creativo individual o la intuición aislada de uno solo por muy talentoso que este sea.
2 Comments:
Hola, que tal.
Me parece que la vinculación de la falta de método con la práctica del arte es algo anticuada, ya que hoy por hoy el sistema del arte (más aún, despues de las vanguardias) ha dejado de ser sólo una práctica fruto de la subjetividad, sino que ha ido incorporando muchos otros conocimientos para poner de manifiesto una reflexión acerca de cualquier asunto. Es innegable la relación arte-mercado y asistimos a apreciar mensajes u objetos que no sabemos bien en que límite se encuentran, en el lado del arte o del diseño.
Bueno, saludos.
By ferbruma, at 8:21 p.m.
En todo caso el texto no vincula el arte con la ausencia de método...lo que trata es de plantear la pregunta de si acaso se puede sistematizar el gesto creativo... desde dentro de la práctica del diseño, pues la apuesta por la genialidad es una apuesta que corre contra los intereses de quienes interactúan con los diseñadores, que no suelen ser "mecenas" precisamente...
By Anónimo, at 11:31 a.m.
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