Reflexiones, Teoría y Cultura de Diseño

13 diciembre 2005

La metodología, su relación con el diseño y una pregunta

(ladrillo, leer con calma)

Desde su formación los diseñadores han incubado una relación bipolar con el método, una relación en que la descripción del hacer y el hacer mismo no tienen simetrías.
Uno de los juicios apresurados que confabulan a favor de esta situación es que algunos han asumido al cartesianismo racional (1) –que es la idea subyacente al método- como uno de los enemigos públicos más notorios del aura creativa y artística del diseño, una camisa de fuerza que oprime e impide innovaciones importantes.
El desprestigio del racionalismo intelectual pone al estudio de los métodos como uno de los temas más marginados de la conversación habitual de la práctica del diseño, debido en parte a que se ha asociado lo teórico con la inmovilidad y la pasividad, incluso con la fracasada planificación de los socialismos y con las grandes crisis de la modernidad, oponiéndolo a la praxis, al hacer supuestamente objetivo donde habitaría la verdadera esencia del diseño.
Además es sabido que Christopher Alexander, uno de los padres e inspiradores más influyentes de las metodologías aplicadas al diseño, reniega tempranamente de la sistematización de sus enseñanzas por la incapacidad de éstas de permitir la aparición de lo nuevo, al limitar la capacidad inventiva del diseñador cuya condición "humana" no calza con facilidad en categorías predefinidas. Algo semejante a lo ocurrido con John Christopher Jones, cuyo libro Metodologías de diseño sigue siendo bibliografía básica en muchísimos programas de estudio de diseño al tiempo que su autor, en un viraje sorprendente, se identifica con el anarquismo y aboga contra el adoctrinamiento metodológico que se hace con su obra (2).
Y de estos movimientos intelectuales de los 60-70s ya han pasado más de treinta años.
Tiempo suficiente como para replantearnos de qué hablamos cuando le pedimos método al diseño o cuando evitamos su mención en nuestra práctica. Porque indudablemente nadie puede discutir que hay ciertas formas mínimas de "cómo hacer": procedimientos, procesos y estructuras de pensamiento que ayudan a tomar conciencia de las actividades productivas, de las decisiones "creativas" y "administrativas" y de la información que se despliega a partir de cada encargo y proyecto, ya sean estos estándares como los ISO o el uso de acrónimos mnemotécnicos como el FODA (3) o el AIDA (4), etc.
Cuando el influyente diseñador inglés Neville Brody dice que hay "cientos de maneras diferentes de trabajar, todas ellas modernas, y concentrarse en una es un error" (5), no parece estar denegando de la necesidad de trabajar con una cierta estructura que podríamos calificar de "profesional" -cosa que convendría definir si queremos hablar en serio-, mas bien debemos entenderlo como reconocimiento de que la tecnología y la propia naturaleza del diseño imponen la necesidad de actuar con flexibilidad, como decía André Ricard (6) aceptando que cada trabajo, cada proyecto tiene su método.
Entonces, ¿qué clase de métodos son los que debieran caracterizar las actividades del diseño?, ¿debemos adoptar un método específico o sencillamente estamos obligados a hacer cada uno su propia síntesis a partir de lo que ya sabemos, mezclando a Jorge Frascara con Bruno Munari, Joan Costa con Wucius Wong o la teoría de sistemas con los postulados del management de Peter Drucker o Tom Peters, o a Víctor Margolin con Michael Porter?
En una realidad que está fundamentalmente orientada a los resultados, a lo medible y observable, queda un espacio muy cómodo para que el diseño muchas veces dé por sentado el proceso, marginándolo como un algo necesario para llegar al resultado "sea cual sea el costo", o bien mantenga una visión en exceso romántica acerca de él, como si racionalizar cada tarea emprendida fuese un lujo académico, pura teoría contemplativa que "adorna" al producto de diseño más no influye decisivamente en él.
Sin embargo no podemos desconocer que la conciencia del proceso enriquece la experiencia, ayuda a resolver conflictos y a optimizar recursos, como bien sabe cualquier iniciado en administración. En este sentido es curioso como aparentemente ningún diseñador desconocería que en la práctica, para la serie de acciones que se desprenden de las primeras ideas creativas, se demanda disciplina, control y un uso estratégico de los recursos, con todo lo gris o burocrático que esto parezca, es curioso sin embargo porque pareciera ser que el diseño se hace, sólo Dios sabe cómo y sólo Dios sabe porqué, con una confianza casi mística en las condiciones creativas de los diseñadores. Valga señalar como caso aparte el emblemático Guillermo Tejeda (7) en la gráfica chilena (como atestigua el artículo "Los falsos amigos del diseño" publicado en la revista Plusdiseño, hace unos años) quien propone un matiz en el tema al atacar sin piedad a los metodólogos academicistas.
Estamos seguros que el diseño ondula entre la libertad y el condicionamiento. Se espera de él mucha libertad de ideas y pensamiento, de lenguajes y formas, de actitud y de talentos y a la vez muchos requerimientos, estándares a considerar, costos y beneficios económicos, roles por asumir, tiempos y tareas por administrar, estrategias a seguir y una cantidad indeterminada de valores simbólicos que gestionar para un "otro" cambiante: clientes, la sociedad, las empresas, etc.
Esto obliga a mantener una actitud flexible ante los problemas y desafíos, es decir, obliga a replantearse todo desde cero en cada caso, la tabula rasa como condición indispensable para permitir dos cosas: a) la estructuración de una metodología adaptada a las condiciones materiales y a los valores del mandante, y b) un contexto facilitador para las ideas, higienizado de prejuicios, propositivo y sensible a las necesidades del mandante (o a la necesidad detectada por el propio diseñador).
Incluso puede resultar paradójico, pero necesario, el aprendizaje de diversos modelos procesuales, ya sean creativos o productivos con el único objeto de olvidarlos, es decir para superarlos o reformularlos desde cada caso. Quizás la pretensión antigua de cientifizar al diseño se haya rendido al estrellarse permanentemente con la realidad de que cada caso o encargo hace surgir la necesidad de métodos nuevos o adaptaciones de lo ya existente, pues parece que las variables subjetivas se resisten enérgicamente a encorsetarse, cuando de innovar se trata.
De seguro las metodologías de la observación, del brieffing, de la caja de cristal, del encargo y el autoencargo, de la imagen mental, planteamientos de problema, marcos teóricos y metodológicos, nos ayudan a pensar cuando la intuición se embota y el olfato se confunde por la propia carencia de referencias y antecedentes. Un estudio sistemático y organizado acerca de la realidad ayuda a plantearse escenarios posibles y a prever soluciones antes de ocurrido el problema, a controlar y dirigir el caos natural de la realidad cuando resulta insuficiente improvisar. Esta demanda que nos limita y condiciona, es sin embargo el camino con el cual nos podemos hacer entender, podemos traspasar las decisiones y el conocimiento del proyecto y lo que es sugerente, podemos intentar entender y dirigir lo que ocurre con nuestras ideas, con el proceso de materializarlas y con las exigencias de clientes y del mercado.
Con la condición natural y necesaria de no enredarnos en consideraciones acerca de lo "políticamente correcto" o lo "apropiado" en situaciones en que el mandato superior es innovar.
Relacionado con lo anterior propongo el siguiente ejercicio: ¿qué tal si nos valemos del pensamiento metodológico para la resolución de un acertijo que, por lo que sabemos, aqueja a los diseñadores chilenos y latinoamericanos?, ¿será posible que algún día prescindamos de las ya atávicas horas de sobre tiempo, trasnoche y pésima relación esfuerzo-pago de la actividad de diseño?, tomar conciencia de cómo hacemos nuestro trabajo, o de cómo planteamos los parámetros de trabajo al resto ¿no merece la hospitalidad del método?, ¿podríamos gestionar de un modo diferente nuestra actividad recurriendo a un análisis y un hacer conciente de lo que se hace o deja de hacer?
Puesto que si no nos darnos cuenta de aquello que ignoramos, que el darse cuenta necesita de que algo o alguien nos despierte a cierta conciencia de que "no vemos que no vemos", ¿no sería la exploración sistemática de nuestra realidad un mecanismo eficaz para salir a hallar ciertas respuestas, si bien no todas, acerca de nuestra disciplina y su hacer?
Como cuando el niño arma un rompecabezas buscando primero las esquinas, nuestra disciplina ofrece infinitos flancos para comenzar a explorar, por donde no ha entrado ni la racionalidad ni la libertad pura, terrenos propios e inagotables que sólo está en la voluntad de los diseñadores controlar o modificar, operativizar o estandarizar de tal manera que nuestra práctica se enriquezca mediante el hacer y el pensar, la planificación y la intuición, la metodología y la libertad.
Dicotomías que parecen ser constitutivas de nuestra profesión. Ya hablaremos de ellas.

(1) Definiremos dicho cartesianismo como la creencia en la realidad material como externa e independiente del observador caracterizado por la actividad intelectual, cuya exploración del mundo se confía a la subdivisión especializada de toda complejidad en "fragmentos" sistemáticos y a la explicación matemática
(2) Obviamente lo que preocupa es la "canonización" de un pensamiento metodológico que su propio autor considera insuficiente, no su estudio y su valor exploratorio.
(3) Fortalezas, Oportunidades, Debilidades u Amenazas
(4) Atención, Interés, Deseo y Acción
(5) Citado por Pelta, R. en Diseñar Hoy. Paidos. 2004.
(6) Ricard, André: diseño y calidad de vida. Barcelona. Fundación BCD, 1985
(7) Destacado artista, docente de diseño y premio Altazor 2000.

4 Comments:

  • el problema es lo cartesiano del modelo de enseñanza, todo estructuradito, pero cuando sales a la superficie nadie te enseña de los codazos y de la sobreexplotacion, nadie te habla de tu jefe maraco y culiado, te suena conocido?, es lo mas parecido a un seminario, ok te enseñaron harto pero anda a predicar a una pobla sin soluciones concretas

    By Anonymous Anónimo, at 10:22 p.m.  

  • --"Entonces, ¿qué clase de métodos son los que debieran caracterizar las actividades del diseño?, ¿debemos adoptar un método específico o sencillamente estamos obligados a hacer cada uno su propia síntesis a partir de lo que ya sabemos, mezclando a Jorge Frascara con Bruno Munari, Joan Costa con Wucius Wong o la teoría de sistemas con los postulados del management de Peter Drucker o Tom Peters, o a Víctor Margolin con Michael Porter?"---


    pero que acabaste de decir... ¿Has trabajado alguna vez en una agencia, contra el tiempo, pirateando imágenes de google, utilizando tipografias sin pagar, y copiando diseños de otros, para no pasar en banda, con el objetivo de llegar a la casa sólo a dormir?

    By Anonymous Anónimo, at 11:25 p.m.  

  • en agencia, si, contra el tiempo también. Pirateando nunca, es más lento pero nunca piratee nada, lo de las tipografías es un default del cual podemos hablar ¿cuantas empresas pagan sus tipografías?, en las que conozco sólo ocasionalmente... y lo de copiar, concientemente nunca copié nada excepto cuando se me pidió digamos como un operador de un diseño predigerido. Por lo mismo vienen las preguntas porque no puede ser que nos quedemos tan panchos con una realidad tan parchada... saludos. AMT

    By Anonymous Anónimo, at 11:54 p.m.  

  • Hola Alvaro. Analizo un poco lo que escribes y a la par jusgo mi actividad en el diseno. Muchas ocasiones trato de llevar una metodologia en el proceso y cuando tengo que realizar un trabajo parecido algo cambia. Puedo tener una idea general de un metodo a seguir, pero saco de comclusion que la reinvencion es algo natural en la vida misma. A cada dia nos hacemos de ideas y experiencias nuevas, y al trabajar siempre algo es diferente aunque trabajes con el mismo cliente, por lo tanto la metodologia puede ser un proceso abierto y libre, que a la vez contenga puntos firmes que nos den una coherencia para no desviarnos mucho del sentido final, que regularmente es el tener un buen diseno. Te mando un saludo jog.

    By Anonymous Anónimo, at 2:26 a.m.  

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