La teoría es una explicación a los hechos que hemos registrado como significativos y que juzgamos (inocente o culposamente) explicables. La teoría también puede ser las preguntas que nos hacemos sobre los hechos y sobre las preguntas que suscitan las explicaciones a esos hechos.
Una teoría sin hechos, sin un correlato perceptible, puede ser palabrería vana. Explicaciones de la nada o teorías sobre unicornios hay muchas y, sin duda, son más terreno de poetas que de profesionales al servicio de sus clientes.
El diseño en gran medida son los hechos de los diseñadores, sus creaciones y procesos, y en menor medida sus declaraciones.
El peligro de caer permanentemente en flatus vocis acecha al mundo académico y profesional de los diseñadores, en paralelo, el peligro de no poseer ningún recurso discursivo ni reflexivo, extra-técnico (o ni siquiera infra-técnico) acecha a los profesionales en su capacidad de entender, analizar y replantear los problemas a los que se enfrentan.
El peligro es entonces, el de tropezar permanentemente con la solución estándar. La que empata y cae bien por conocida y aceptable. Si no soy capaz de replantearme el problema desde la pregunta que la pone en escena, muy dificilmente podré decirme "creativo" (!) o "innovador" (!!).
Ergo, una práctica ajustada a una teoría operativa (técnica) sólo puede conducir hasta donde sus límites lo permitan, pero la ausencia de toda teoría sólo puede conducir a una práctica mecánica, irreflexiva e incluso ineficiente.
¿Por qué?
En este mundo que cambia cada vez más rápido e inesperadamente, no sólo nos mantendrá en pie la posesión de prácticas, fórmulas y conocimientos. Junto con ellas debemos aprender a pensar constructivamente las cosas que nos ocurren, sus consecuencias y sus posibilidades, especular acotadamente, experimentar atentamente, fallar y reparar velozmente, aplicar, probar y desarmar todo de vuelta.
Teoría + Práctica + Disciplinada Persistencia